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UNIDAD MEDICA SAN JUAN Ginecoobstetricia: violencia medica Obstetrica

11 oct. 2009

violencia medica Obstetrica

Bienvenidos a su salud personal y familiar

LA VIOLENCIA MEDICA OBSTETRICA
Dr. Frank Atacho Rojas
Medico Especialista en Ginecoobstetricia
Acupunturista
. Medicina Tradicional china. Ecografista.

Al hablar de violencia médica OBSTERICA me refiero a la violencia en el contexto de la salud reproductiva de la mujer restringiéndome al período y las situaciones que rodean al control obstétrico y el nacimiento. La idea de estos es llegar a realizar un análisis que nos permita adentrarnos en el fascinante mundo Ginecoobstetrico, sin pretender ser exhaustivo y meticuloso en estas reflexiones con el solo objeto de darle la mujer su valor preponderante y heroico en nuestras sala de partos, entendiendo que ellas representan la naturaleza de ser del médico Ginecoobstetra, relacionando el acto medico con LEY ORGÁNICA SOBRE EL DERECHO DE LAS MUJERES A UNA VIDA LIBRE DE VIOLENCIA.
Para lo cual vamos a relacionar solo dos (2) artículos de esta ley:
Artículo 15. “Violencia obstétrica: Se entiende por violencia obstétrica la apropiación del cuerpo y procesos reproductivos de las mujeres por el personal de salud, que se expresa en un trato deshumanizador, en un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales, trayendo consigo pérdida de autonomía y capacidad de decidir libremente sobre sus cuerpos y sexualidad, impactando negativamente en la calidad de vida de las mujeres”.
Artículo 51. “Se considerarán actos constitutivos de violencia obstétrica los ejecutados por el personal de salud, consistentes en:

1. No atender oportuna y eficazmente las emergencias obstétricas.
2. Obligar a la mujer a parir en posición supina y con las piernas levantadas, existiendo los medios necesarios para la realización del parto vertical.
3. Obstaculizar el apego precoz del niño o niña con su madre, sin causa médica justificada, negándole la posibilidad de cargarlo o cargarla y amamantarlo o amamantarla inmediatamente al nacer.
4. Alterar el proceso natural del parto de bajo riesgo, mediante el uso de técnicas de aceleración, sin obtener el consentimiento voluntario, expreso e informado de la mujer.
5. Practicar el parto por vía de cesárea, existiendo condiciones para el parto natural, sin obtener el consentimiento voluntario, expreso e informado de la mujer”.
El personal de salud que participa del acto del nacimiento también es capaz de generar violencia obstétrica, pero somos los(as) médicos(as) los responsables directos e indirectos de todos lo actos o presupuestos que se puedan generar violencia hacia la mujer.

Marsden Wagner en su libro Born in the USA (2006) critica la visión médica convencional,al exponer que:

“Por décadas, los médicos obstetras le han dicho a las mujeres que ellos son los únicos individuos que pueden proporcionar a la mujer un parto – nacimiento seguro”
“A los obstetras se les enseña a percibir el nacimiento dentro del marco de referencia médico más que entenderlo como un proceso natural. En el modelo médico, el embarazo y el parto son enfermedades que requieren de diagnóstico y tratamiento”
Así vemos, los médicos aplicamos las rutinas médicas durante el parto, con frecuencia agresivas e intervencionistas, muchas veces para complacer un ego de la madre y decidimos una cesárea, convertimos un evento familiar feliz (el Parto) en un triste evento quirúrgico (cesárea).
Esa es la visión antropológica del nacimiento mismo y de los obstetras como sumos sacerdotes encargados de dirigir el ritual iniciático de ellas y de todos. ¿Para qué? Para transmitir eficientemente un sistema de creencias acorde a una sociedad y un paradigma donde la ciencia y la tecnología se erigen soberanas sobre el ser humano y la naturaleza. Y ¿cómo?, actuando bajo los esquemas rígidos y sólidos en lo que Wagner atinadamente denomina la obstetricia tribal.
La desinformación de la mujer, la manipulación y la jerarquía otorgada a los profesionales de la salud deforma la atención del nacimiento donde la parturienta puede convertirse, no en la protagonista, sino en la responsable de lo que sale mal.

Numerosas frases groseras, hirientes, descalificadoras y vulgares, (Ej.Puja..que cuando lo estabas haciendo…&&) expresadas por el personal médico las leemos en la excelente compilación y análisis que hace Marbella Camacaro en su libro: La Experiencia del Parto, proceso de la mujer o acto médico (Universidad de Carabobo,2000). Allí se nos revela con claridad el poder de la palabra, como una forma intensa y efectiva de ejercer la violencia. En ese libro podemos encontrar otras formas crueles de la violencia contra la mujer durante el nacimiento en la realización de episiotomías sin anestesia (el corte vagina-perineal durante el parto), humillaciones físicas y psicológicas, aislamiento y nutrición inadecuada, entre otras.
Goer escribe en relación al parto y se aplica como concepto en general lo siguiente:

“Los obstetras no se han percatado que a la larga, el verdadero reto es que las mujeres se den cuenta que mucho de lo que hacen los médicos, como acostar a la mujer durante el parto o cortarle la vagina, es realizado para el beneficio de ellos mismos y no de las pacientes”.
Veamos una analogía aterradora al comparar el parto de muchas mujeres con la tortura de esta forma:
Al torturado se le aísla en una prisión, se priva de la comunicación con el mundo exterior y se encadena o amarra.
Una parturienta es aislada del contacto con sus familiares, rodeada de personal extraño que generalmente le da órdenes o la regaña. Sus brazos y piernas se fijan a una mesa de cirugía.
Al torturado se le priva de alimentos y agua, se somete a interrogatorios bajo una luz intensa y se conecta al polígrafo (el detector de mentiras).
La mujer pronta a parir se deja en ayuno, se interroga su cuerpo bajo la luz del reflector de cirugía conectada a monitores diversos que revelan la “verdad” médica.
Con drogas y maltrato psicológico se logra el “lavado del cerebro” y el resquebrajamiento psicológico que llevan al prisionero a confesar, traicionar y tener conductas llenas de violencia y culpa cercanas a la locura.
La mujer drogada con el cuerpo y la mente desconectados “aprende“ a desconfiar de su cuerpo y de su poder femenino y cede ante la tecnología abrumadora que “sabe” más que su naturaleza. Ella termina con su autoestima en el subsuelo, a veces sintiéndose menos mujer. Su poder femenino minimizado, casi extinguido.

A veces (torturados y parturientas) se convierten en individuos llenos de rabia y dolor que explotan en su momento con todo y contra todos. En ocasiones una experiencia semejante les convierte en mejores activistas y líderes promotores de un cambio...

Esta LEY ORGÁNICA SOBRE EL DERECHO DE LAS MUJERES A UNA VIDA LIBRE DE VIOLENCIA, puede conllevar a un cambios de estos viejos paradigmas, por otros paradigmas que busquen darle a la mujer, su puesto preponderante y protagónico, Los cambios que deseamos para disminuir la violencia contra la mujer comenzaron hace décadas. Primero reconociendo que esta existe y se padece todos los días en Venezuela. Ahora con un marco legal que protege a la mujer, nos queda mantener una educación de salud que prevenga la violencia durante el nacimiento.

En el aspecto que compete a nosotros, los (as) médicos(as) para reducir la violencia contra la mujer durante el nacimiento, pienso que es imperativo un cambio cualitativo del sistema de creencias, desde el paradigma convencional de la medicina tradicional, hacia un paradigma humanista u holístico de la medicina. Ese cambio puede llevar a un despertar espiritual y social, conduciéndonos a una mejor relación con nosotros mismos, con los demás y con el universo,...hasta la proxima.

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